Después
de una década de relativa calma (si es que se le puede llamar calma a vivir con
un fantasma que parece tener debilidad por los videojuegos), Camila ha
regresado a la casa de sus padres. Esta vez, no viene sola: viene consigo a su
esposo y en su vientre un bebe.
Las
semanas pasaron y el bebé nació, un bebé que ha llenado de alegría la casa… y,
al parecer, también ha despertado la curiosidad del inquilino paranormal.
Desde
que la familia se mudó al tercer piso de la casa, cosas extrañas han comenzado
a suceder. El esposo de Camila, un hombre práctico y escéptico, ha empezado a
escuchar golpes en la puerta en plena noche. Al principio, pensó que era su
imaginación, pero los golpes se repitieron una y otra vez. Cada vez que abría
la puerta, no había nadie. "¿Quién está ahí?", preguntaba, pero solo
recibía silencio como respuesta.
Cuando
le contó a Camila, ella palideció. Sabía exactamente de qué se trataba. El
anciano de blanco, aquella presencia que nunca se fue del todo, parecía estar
de vuelta… y esta vez, con más energía que nunca.
Lo que
más preocupa a Camila y su esposo es que su pequeño hijo aún no ha sido
bautizado. Según sus creencias, esto lo hace vulnerable a las energías del más
allá. Y, por si fuera poco, ambos han comenzado a experimentar episodios que
desafían toda lógica.
El
esposo de Camila ha visto sombras moviéndose por los pasillos, como si alguien
estuviera caminando de un lado a otro. En una ocasión, juró haber escuchado una
voz susurrar el nombre del bebé en su oído, pero cuando giró, no había nadie.
Camila, por su parte, ha sentido una presencia fría y pesada a su lado mientras
amamanta a su hijo en la madrugada.
¿Será
que el anciano de blanco ha decidido dar la bienvenida al nuevo miembro de la
familia a su peculiar manera? ¿O acaso los cráneos que Mariana llevó a casa
hace años han abierto un portal que nunca se cerró del todo? Lo cierto es que
esta casa, que ya era famosa por sus fenómenos paranormales, parece estar más
viva que nunca.
Camila y su esposo están considerando llamar de nuevo a un sacerdote para proteger a su bebé. Pero, ¿será suficiente? Después de todo, el anciano de blanco ya demostró una vez que no se va tan fácilmente. Una cosa es segura: esta casa tiene muchas historias que contar, y parece que el anciano de blanco no está dispuesto a dejar que lo olviden.
¿Creen que el bebé está en peligro? ¿O será que el anciano de blanco solo quiere ser parte de la familia? ¿Deberían Camila y su esposo mudarse de casa, o enfrentarse a lo desconocido una vez más?
Una cosa es segura: esta casa tiene muchas historias que contar, y parece que el anciano de blanco no está dispuesto a dejar que lo olviden.
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